El estallido registrado en la noche del 22 al 23 de febrero provocó fuentes de lava que superaron los 1.500 metros de altura. Fue una de las erupciones «más espectaculares de las últimas décadas», asegura Boris Behncke, del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia.
La más reciente erupción del Etna, situado en la isla italiana de Sicilia, ha dejado sorprendidos incluso a los vulcanólogos que han observado la actividad del volcán durante más de una semana en la que ha estado arrojando lava, cenizas y rocas de manera regular.
De acuerdo con Boris Behncke del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV) y quien ha seguido de cerca los últimos paroxismos, el estallido registrado en la noche del 22 al 23 de febrero fue «mucho más poderoso». Después de «regalarnos momentos de suspenso» durante las noches anteriores, el Etna finalmente estalló de una manera que «aquellos que hemos trabajado en esto durante décadas rara vez hemos visto», asegura el vulcanólogo.
Hacia las 11 de la noche del lunes las fuentes de lava, rodeadas de gigantescas nubes de humo, superaron los 1.500 metros de altura, mientras miles de fragmentos de roca fueron arrojados desde el cráter a varios kilómetros de distancia. Behncke reitera que fue una de las erupciones «más espectaculares de las últimas décadas», aunque subraya que cabe dentro de la «actividad ordinaria de este volcán».
«El Etna está haciendo cosas muy normales, incluso aunque cada vez todo parezca más grande, más potente, más espectacular y amenazante» explicó el científico, citado por The Guardian.
Al respecto, Marco Neri, también del INGV, ha indicado que esta reciente actividad volcánica «es la más fuerte en el cráter sur», el cual fue descubierto en 1971. Y aunque hacía años que no se veían explosiones tan altas del volcán, está, seguro de que «no hay ningún riesgo para la población», aparte de poder provocar problemas respiratorios a unos pocos a causa del humo y dejar cubiertos de ceniza edificios y calles.
Las frecuentes erupciones del Etna, el volcán más activo de Europa, en ocasiones han cambiado profundamente el paisaje del sureste de Sicilia y, algunas veces han llegado a constituir una amenaza para los asentamientos situados en sus laderas. La semana pasada, sus impresionantes erupciones en el transcurso de tres días iluminaron el cielo nocturno de la ciudad de Catania. El fenómeno natural provocó el cierre temporal de su aeropuerto, algo que suele ocurrir cuando el cráter está en su fase activa.