El secretario técnico de Defensa Civil en Tarma, Raúl Torres de la Torre, dijo que lo sucedido ayer en la selva central, un terremoto de 7.5 grados, debe servirnos de “reflexión”, para participar de manera activa en los simulacros de sismo que se realizan periódicamente, lamentó que la mayoría de la población no participe en estas simulaciones al 100 %, “no hay interés”, indicó. Agregó que aquellas personas que participen en estas actividades podrán saber cómo actuar llegado el momento, pero las que no lo hacen, no sabrán como desenvolverse, caerán en pánico y su situación será peor.
“No estamos preparados” para afrontar un sismo de grado 7 u 8, que es el que se espera se presente en algún momento, para que eso cambie recomendó que se refuerce al menos un cuarto o ambiente de la casa que sirva para que los que moran en una vivienda puedan refugiarse y protegerse, por eso al menos un ambiente debe estar debidamente reforzado.
EL DISTRITO DE TARMA ES “VULNERABLE”.
En otro pasaje de su intervención Torres de la Torre indicó que el “el distrito de Tarma es vulnerable en todos los sentidos”, tenemos calles angostas, el terreno en el que se ubica la ciudad es “acuífero”, no tenemos zonas amplias para poder resguardar a la población, hay que aprender a “convivir con el peligro, pero reduciendo los riesgos”, finalizó. A esto habría que agregar que muchas casa en Tarma son vetustas datan de siglo atrás y no reciben mantenimiento, otro problema es que los postes de Electrocentro, podrían caer durante un sismo. Son aspecto a tomar en cuenta y tenerlos presentes.
SE SINTIÓ EL REMEZÓN.
La población de Tarma despertó el domingo abruptamente minutos antes de las seis horas, al sentir el fuerte remezón causado por el terremoto de 7.5 grados de magnitud. El epicentro fue ubicado 42 kilómetros al norte-noroeste de la ciudad de Barranca, en la región Amazonas. El sismo se sintió en Lima, ubicada a más de 780 kilómetros del epicentro, también en varias provincias de Ecuador, sobre todo en las ubicadas en la zona fronteriza, así como en Colombia y en la región norte de Brasil. La profundidad fue de 112 kilómetros.