Los visitantes y propios lugareños vienen mostrado su indignación ante el panorama que por estos días se vive en el Centro Poblado de Muruhuay, distrito de Acobamba, provincia de Tarma. Los residentes denuncian la realización de fiestas (vernaculares y tropicales) por doquier, reuniones sociales que culminan a altas horas de la noche, en medio de grescas protagonizadas por los asistentes a esas celebraciones que, para los verdaderos devotos del Señor de Muruhuay, nada tiene que ver con la fe en el “Cristo de la Roca”.
El “espectáculo” es sobrecogedor. Los asaltos y las agresiones están a la orden del día en toda la avenida María Delgado de Odría y en todo Muruhuay, incluidos los sectores adyacentes al santuario. En la noche y la madrugada se escucha a personas gritando y corriendo, seguramente víctimas de los delincuentes que accionan a sus anchas ante la ausencia de la policía, que más bien brilla por su ausencia.
Otro de los aspectos negativos es el desorden que impera en el tema del tráfico de vehículos, las autoridades no han sido capaces de llevar adelante una estrategia para poder ordenar el tránsito en todo el centro poblado. La vía principal (María Delgado de Odría) luce peor que nunca, en gran parte por culpa del gobierno regional que “inició” trabajos de mantenimiento en pleno mes de mayo. Los conductores, que también forman parte del caos existente, protestan, con razón, por el cobro de peaje que hace la municipalidad de Muruhuay.
Es menester indicar que todo esto se da a vista y paciencia de las autoridades encabezadas por el alcalde Andy Fernández, que prácticamente se ha desentendido del tema, aunque hay versiones que afirman que la municipalidad también lucra con las fiestas que se desarrollan. Por estas razones hay personas que descalifican estas acciones refiriendo que lo que sucede evoca a las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra.
Mayo es el mes dedicado a rendir homenaje al Señor de Muruhuay, los actos conmemorativos y religiosos se mezclan con actos “paganos” (fiestas) y bailantes que llegan de diferentes partes del Perú a danzar en homenaje al “Cristo de la Roca”, lamentablemente con el paso de los años esto ha ido degenerando, la gente más llega a “socializar” que a homenajear la imagen sagrada. Los verdaderos devotos, que todavía existen, piden que haya más mesura y no convertir Muruhuay en un lugar de caos, delincuencia e incluso actos contra el pudor.