Una investigación de la Universidad William & Mary en Williamsburg (Virginia, EE.UU.) reveló la presencia persistente de un isótopo radiactivo, el cesio-137, en la miel de las regiones del este del país, un triste legado de las pruebas nucleares atmosféricas de las décadas de 1950 y 1960.
Jim Kaste, profesor asociado del Departamento de Geología de la universidad, indicó que 68 de 122 muestras de miel provenientes de Maine a Florida presentaron cantidades variables de cesio-137 —un subproducto de la fisión nuclear—, actualmente en cantidades por debajo de los niveles considerados dañinos.
Kaste descubrió el fenómeno después de asignarles a sus estudiantes una tarea en 2017 para demostrarles que los contaminantes radiactivos de las pruebas de los tiempos de la Guerra Fría todavía persisten en el medioambiente. El profesor pidió que sus alumnos trajeran alimentos de origen local de los sitios donde pasaban las vacaciones.
Un detector gamma reveló rastros de cesio-137 en muestras de frutas, nueces y otros alimentos, mientras que una muestra de un tarro de miel de un mercado de Carolina del Norte reveló la presencia del isótopo en niveles más de 100 veces superiores a los de las demás. Posteriormente, Kaste y su equipo comenzaron a probar muestras de miel de producción local de apicultores ubicados en estados del este de EE.UU., y constataron que, de las 122 muestras analizadas, 68 tenían rastros detectables del isótopo radiactivo.
Los investigadores apuntan a que el efecto acumulativo de más de 500 detonaciones de prueba, muchas de las cuales se realizaron en las islas Marshall, en el océano Pacífico, liberaron más radiación ionizante a la atmósfera que cualquier otro evento en la historia de la humanidad.
«Muchas de las detonaciones en el aire fueron tan potentes que se inyectaron docenas de productos de fisión radiactivos en la estratosfera y se distribuyeron globalmente con un tiempo de residencia de [aproximadamente] un año antes de la deposición, principalmente por lluvia. La presencia de contaminación radiactiva de las pruebas nucleares es ubicua a nivel mundial y detectable en todos los continentes e incluso en las fosas oceánicas profundas», explicaron los investigadores en el estudio, publicado en Nature Communications.
Al mismo tiempo, las muestras de miel con mayores cantidades del isótopo no provienen de las regiones con mayores cantidades de precipitación, sino de los lugares donde el suelo tiene niveles bajos de potasio, elemento que las plantas absorben como fuente de nutrientes. El potasio y el cesio comparten similitudes atómicas, por lo que, cuando las plantas no pueden obtener niveles suficientes de potasio del suelo, absorben cesio, de manera que el isótopo termina en el néctar de las plantas, que luego pasa a las abejas.